¿Qué es la autorresponsabilidad?

Hace poco en un entrenamiento con docentes de Secundaria sobre Competencias Profesionales hacíamos un ejercicio en que cada participante en grupos pequeños hablaba de lo que, desde su punto de vista, le faltaba y le sobraba a la educación actual. La única premisa que le puse a cada uno es que su monólogo ininterrumpido de 1 minuto para trasladar su opinión, debía hacerlo desde el corazón, desde la emoción. Podía enfadarse, indignarse, emocionarse,.., hasta llorar si quería.

Hablar desde la emoción no es fácil, y tampoco es fácil tener la ocasión de hacerlo. Solemos hacerlo entre amigos, pero en entorno profesional no está tan visto.

Aunque por otro lado, a todos nos gusta hablar de cómo nos sentimos, por eso en este ejercicio el minuto de Gloria de cada docente se va a dos y hasta tres. Y está bien así. Necesitan hablar, soltar su emoción. Este es su momento.

Bien. Pusimos en común todo lo que salió de sus corazones, y fue curioso porque la mayor parte de las cosas que salieron –de lo que a la educación le falta y le sobra, recordemos- eran externas a ellos como educadores y educadoras. Es decir: la legislación, el poco apoyo del Gobierno, falta de apoyo en mi colegio, niños disipados, familias no comprometidas, desmotivación desde los equipos directivos…

Entonces mi pregunta fue: y tú, ¿qué puedes hacer TÚ para que esta situación cambie? ¿Qué solución puedes dar tú como individuo?

Dar una solución como individuo

A veces pensamos que una situación sólo cambiará si la solución viene desde fuera. Y en el ámbito educativo se suele poner mucho empeño en que sea el Gobierno quien haga por cambiar. Y esto está bien en parte. Sin embargo mientras esto se gesta o no, hay una parte que cada uno puede aportar a esa misma situación para que cambie. Por poco que sea, será un cambio.

Es muy posible que si esperamos a que las cosas cambien por otros, éstas no cambien. Y por otro lado, existe la responsabilidad de cada uno de ser parte de la solución de un problema. Creo que es bastante más justo, además de enriquecedor como persona y profesional.

Esto es lo que yo llamo AUTORRESPONSABILIDAD.

Evidentemente, es más fácil la opción “tirar balones fuera” y depositar en otros –mi pareja, mis hijos, el país, la crisis, mi jefe, el Gobierno…- la causa y solución de nuestros problemas. Pero esta versión, inmadura, ya está desfasada.

En el caso de los y las docentes, en el momento de la pregunta “¿qué puedes hacer TÚ para que esta situación cambie?”, el hemisferio derecho se pone a trabajar creando soluciones reales, pero sobre todo nuevas actitudes, más constructivas a utilizar ya desde el día siguiente en el aula. Mientras llega o no la ayuda “humanitaria”, al menos, empezarían por ir más contentos a trabajar, por escuchar más a los alumnos y las alumnas, por darse más tiempo para su propia educación como docentes, para compartir más con otros compañeros/as…

Estoy segura que esa conquista de la autorresponsabilidad a día de hoy les hace, como poco, trabajar más centrados en su labor de educar, y ser más conscientes de su pequeña parte de responsabilidad en cada una de las situaciones con las que se encuentren.

Este es el camino que yo propongo: el cambio desde dentro, desde mí, para reflejar un cambio (por mínimo que sea) hacia fuera.

 

Y además, es el único cambio seguro, porque depende de nosotros y de nuestro compromiso. Lo demás sería poner en otros expectativas que no sabemos si se cumplirán o no.

Cada vez que veas o vivas una situación problemática, tras la queja, pregúntate qué puedes aportar TÚ para solucionarlo, porque a poco que sea, seguro ayuda.

O en palabras de Gandhi: Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo

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