Calidad Educativa es un concepto amplio, y hablar de su evaluación me lleva a la reflexión de qué se entiende por Calidad Educativa, o al menos, qué factores se deberían incluir y que hasta el momento no se han tenido en cuenta en las pruebas que se vienen aplicado (ej. PISA). Me refiero a aspectos como los emocionales.

Por otro lado, a nivel más global, si entendemos la Educación como un instrumento para el desarrollo integral de los niños y las niñas, mi pregunta es: ¿ejerce en la actualidad la Educación -tal cual está planteada- la función que debería ejercer?

Educación como un instrumento para el desarrollo integral de los niños y las niñas

 

En los grupos de trabajo con profesorado siempre invito a esta reflexión a partir de dos preguntas que se discuten en grupos:

  • Qué le sobra a la Educación
  • Qué le falta a la Educación
  • Y tú, ¿qué puedes hacer? ¿Cómo puedes contribuir?

Las respuesta reflejan al mal estar de los profesores y las profesoras –al menos el de los más de cuatrocientos a los que yo he podido formar hasta la fecha- ante el modelo educativo actual, con el que no se sienten en libertad de enseñar, más bien presionados a cumplir unas programaciones muy teorizadas; con el que no sienten apoyo de las familias y mucho menos del legislativo. Y por otro lado, las respuestas reflejan el anhelo de unos contenidos curriculares que les formen a ellos para educar en lo que sus alumnos y alumnas demandan HOY (que no es lo mismo que lo que demandaban en la era industrial, y sin embargo seguimos con los mismos modelos basados en la memorización y en los contenidos intelectuales), y espacios para compartir con otros profesionales y poder seguir innovando.

 

Profesoras y profesores en busca de la calidad educativa

Profesoras y profesores son, para mí, una pieza fundamental de la Educación en el aula en un modelo paidocentrista -que es como yo entiendo la Educación-, en el que niño y niña están en el centro del proceso educativo, los protagonistas, a los que debemos prestar la atención.

Si nadie duda de la importancia de profesiones como la de médico o la de bombero porque salvan vidas, y de la responsabilidad de estos; no comprendo la falta de consideración en la profesión de maestro, profesor, educador y en la desgastada imagen social.

Sin embargo, los maestros y las maestras tienen en sus manos el futuro de nuestro país. ¿Acaso esto no es suficientemente importante? Más aún los maestros y las maestras de Infantil y Primaria, porque es en estas edades (principalmente hasta los 7 años) cuando todo ser humano conforma su personalidad. Ahí es nada.

Por lo tanto, es momento de dignificar la profesión. De dar importancia a su labor y de dar apoyo, respeto y dotar de todas las herramientas necesarias para que esta labor se haga de la mejor manera posible. Porque, insisto, el futuro de nuestro país depende en mucho de este “pequeño detalle”. No se me ocurre otra manera para lograr la calidad educativa verdadera.

Es por ello que necesitamos profesorado MOTIVADO, COMPROMETIDO, con ILUSIÓN POR EDUCAR, por INNOVAR, por DAR LO MEJOR DE SÍ.

Y esto no siempre ocurre. Por un lado, por falta o pérdida de vocación. Por otro, por los continuos obstáculos con los que educadores y educadoras se encuentran en el camino (sistema, familias, tiempos, organización, lagunas en sus conocimientos o habilidades, etc). Y otros tantos motivos por los que no pueden BRILLAR –ni hacer brillar- en su labor de educar.

 

¿Cómo aprenden los niños y las niñas aspectos como la alegría, la ilusión por hacer o la automotivación?

De lo que ven y experimentan. De lo que viven e integran.

Sólo podemos motivar si estamos motivados. Podemos contagiar la alegría por aprender, si tenemos alegría por enseñar. Sólo podemos favorecer para que los alumnos y alumnas encuentren su hacer en la vida, si nosotros tenemos claro cuál es el nuestro.

Somos espejo en nuestra propia vida para los demás. Y en las escuelas y en las familias esto es una responsabilidad a tener en cuenta, cuanto antes.

Si queremos un cambio educativo, empecemos por plantearnos un nuevo rol de educador@. Cambiemos de paradigma: de transmisor de contenidos a modelo de Ser Humano en el aula. No tanto en lo que se transmite a los niños, sino en el CÓMO lo hace, desde el momento que les recibe por las mañanas en el aula hasta que les despide al final de la jornada.

Estoy segura de que todos nosotros tenemos en el recuerdo “ese maestro/a que nos ha dejado huella”. Pensemos qué tenía de especial. Seguro que no es –o no sólo eso- la cantidad de conocimientos que tenía.

La buena noticia de todo esto, y he ahí el poder de la Educación, es que esto se puede aprender. Podemos entrenar al profesorado en habilidades para la frustración. Ayudarles a que sean resilientes. Acompañarles en su labor, para que sigan estando motivados, comprometidos e ilusionados…; y desde ahí, desde el corazón si me lo permitís, sigan educando o comiencen a hacerlo los que aún no lo hicieron, porque para enseñar sólo contenidos existen infinidad de plataformas informáticas en la actualidad.

 

Mis propuestas para el cambio son:

  • Revisión de los contenidos curriculares de las carreras de Magisterio y Pedagogía en las Facultades de Educación, en los que incluir la Inteligencia Emocional, no sólo para aplicarla posteriormente con los alumnos y las familias, sino (y más importante) para que el futuro maestro aprenda habilidades ante la frustración y herramientas para vivir en su día a día del aula. Afortunadamente alguna Universidad empieza a planteárselo, como la Facultad de Educación de la UCM con su ESPECILAISTA EN COACHING Y EDUCACIÓN EMOCIONAL PARA LA EXCELENCIA EDUCATIVA (coachingeducativo.iryde.es) que tengo el honor de codirgir.
  • Incluir la Inteligencia Emocional también en la formación permanente del profesorado para poder ir solventando obstáculos sin que por ello pierdan la motivación por educar. Afortunadamente en algún CTIF ya lo estamos trabajando.
  • Incluir formación en habilidades directivas –liderazgo, comunicación asertiva y no violenta, trabajo en equipo, dirección de grupos, estrategias de dirección, etc- en la formación del profesorado, y más aún en la formación de los directores, y que ésta fuera obligatoria.
  • Generar espacios en los que compartir experiencias, grupos de apoyo, …; que sirvan de “reseteo emocional y recarga de pilas” para los profesores y las profesoras. En mi opinión, sería la creación de Claustros, pero dedicados a estos/as.

En este sentido, técnicas como el Coaching funcionan muy bien. Quizás podría ser la de Coach una de las nuevas funciones del director de un centro educativo. Y la buena noticia, de nuevo, es que esto se puede entrenar.

Por tanto, ¿Calidad Educativa? Sí. Sin duda y siempre. Calidad Educativa en el que aprende, en los contenidos, en las metodologías. Pero sobre todo apoyo en el que enseña para que llegue a esa Calidad que está más allá de los Informes Educativos.