En estos 3 años largos de cambio inmediato, velocidad sin freno y ritmo frenético, los líderes están en el punto de mira. Porque en este contexto de trabajo, cada vez más competitivo e incierto, todos hemos tenido que desarrollar competencias emocionales; pero para los líderes, ha sido una exigencia.

En mayo de 2020, en plena pandemia, la prestigiosa consultora McKinsey & Company publicaba varios artículos con el foco en el líder y en sus nuevas competencias para el nuevo paradigma laboral a fin de contribuir al apoyo de sus equipos y a la recuperación de las empresas. En una de sus citas decía: “… Four qualities -awareness, vulnerability, empathy, and compassion- are critical for business leaders to care for people in crisis and set the stage for business recovery”. La toma de consciencia, la vulnerabilidad, la empatía y la compasión se enumeraban por McKinsey como las competencias imprescindibles de todo líder en la era postpandemia.

A su vez, en otro Informe de agosto de 2020, el SIY Leadership Institute publicaba datos sobre Inteligencia Emocional en las Organizaciones y apuntaba al cambio en la prioridad de las compañías encuestadas (995 encuestados. 59 países. Todo tipo de sectores), de la “Productividad” a “Lidiar con la incertidumbre del momento”, que ocupaba el número 1 en el Rankin de prioridades del momento.

Con lo cual, nos encontramos con que en 2020 los líderes tuvieron que dar un acelerón al entrenamiento de su inteligencia emocional con el objetivo de acompañar a sus equipos en la adaptación y a sus Organizaciones en la reinvención. La única cuestión es que, hasta ese momento, la mayoría de los líderes no estaban familiarizados con sus competencias más soft, … y aún menos familiarizados con cuestiones como sus emociones propias, su mundo interior o su gestión emocional.

Hablar de inteligencia emocional en los cursos de especialización para managers o directivos sigue siendo innovador, pero al autoliderazgo no se le dedican demasiadas horas todavía, siendo la base del liderazgo humano del que tanto se habla hoy. No me es extraño ver caras de escepticismo o sorpresa en mis formaciones cuando comienzo a hablar de la dimensión intrapersonal de cada uno y de cómo esto impacta en el liderazgo hacia los demás. Hasta la fecha nadie se ha levantado y se ha marchado de ningún curso -por respeto, imagino-. Pero, ocurre que, cuando le dedican un tiempo a esa mirada interior, se sorprenden de la cantidad de recursos sin explotar con los que cuentan interiormente para ser mejores profesionales.

Sé que el concepto autoliderazgo empieza a ser más recurrente en las reuniones y en los Comités y, hoy por hoy, es indiscutible que se ha convertido en una de las grandes habilidades que todo líder debe desarrollar para ser efectivo.

 

Autoliderazgo y efectividad

La efectividad del líder se basa en su propio autoliderazgo.

 

En base a mi experiencia con líderes, autoliderazgo es sinónimo de éxito. Lo he visto muchas veces con los directivos a los que he acompañado en el desarrollo de su inteligencia intrapersonal, bien con mentoría o formación.

Cuando una persona dedica tiempo a comprender y a gestionar su mundo interno (emociones, pensamientos, impulsos, intuiciones, objetivos y metas…) desarrolla una sabiduría interior que va a ser su brújula en sus comportamientos y en la toma de decisiones. Lo que resulta de esta mirada interna es mayor reflexión, mayor calma, estabilidad emocional, presencia y autenticidad.

Aún más importante cuando hablamos de líderes.

Por otro lado, contar con recursos y herramientas integradas de regulación emocional es un seguro de vida teniendo en cuenta las exigencias, a nivel mental, del momento actual en las Organizaciones y del ritmo al que, en ocasiones, hay que tomar decisiones importantes o vitales.

Un líder que se conocer y sabe regularse es capaz de dar lo mejor de sí cuando se requiere, y de dejar de dar cuando es no necesario -como por ejemplo en los momentos de descanso- cuidando así de su bienestar y equilibrando su energía para no desgastarse sin necesidad.

 

¿Por dónde empezar a autoliderarse?

Personalmente, no creo que liderar -y hacerlo bien- sea una tarea fácil. Pero sé que liderarse a uno mismo es una tarea mucho más difícil. Es como tratar de enseñar a alguien a nadar mientras estás siendo arrastrado por la corriente.

Liderarse a uno mismo es un camino sin retorno. Una aventura (en mi caso apasionante) que comienza con la decisión de querer entenderse y hermanarse a uno mismo, ya que al fin y al cabo vas a estar contigo el resto de tu vida. Cuanto más buceas en tu interior más cosas encuentras, más comprendes y más entiendes a tu alrededor y a las personas con las que te relacionas.

Cualquier líder puede adquirir un alto grado de autoliderazgo, pero solo si está dispuesto a parar, observar, percibir, tratar de entender y gestionar su mundo interno. Y una vez lo ha logrado con maestría, poner toda esa información al servicio de su liderazgo humano hacia los demás es un deber. Por tanto, el autoliderazgo no es más que un previo para poder brillar y hacer brillar.

El paso primero, aparte de la voluntad obvia que se requiere, es la toma de consciencia. Esta competencia es la número uno en la escalera de las competencias emocionales y la base de la inteligencia emocional de cualquier persona. Es el paso, sin el cual, el resto de las competencias emocionales no se pueden desarrollar de un modo coherente.

 

Ser consciente de

La toma de consciencia se podría definir como la capacidad para tomar conciencia de las propias emociones, pensamientos, comportamientos y otros eventos internos. E incluye una serie de habilidades, como:

  • Parar para observar y percibir los estados internos
  • Dar nombre o etiquetar emociones, sentimientos y pensamientos
  • Comprender los estados internos
  • Entender cómo pensamientos y sentimientos se retroalimentan constantemente
  • Comprender la interacción entre emoción, cognición y comportamiento

Y este “ser consciente de” requiere, a su vez, ser capaz de parar para darse cuenta.

Existen muchos caminos para llegar a parar y desarrollar la toma de consciencia que, a su vez, alimenta el autoliderazgo. Para mí, el camino más sencillo y seguro se llama mindfulness (en cualquiera de sus versiones de práctica formal e informal).

La práctica de mindfulness es una perfecta aliada para conectar con el mundo interno, conocer y gestionar.

 

Autoliderazgo, disciplina y dedicación

Se dice que Roma no se construyó en dos días…. y pocas comidas de puchero saben ricas sin el tiempo adecuado. Del mismo modo, ningún líder debería esperar un desarrollo de su autoliderazgo de un modo express. Si bien hay experiencias de la vida que nos colocan en la reflexión interna (incluso replanteamiento de vida) de manera inmediata, el desarrollo personal requiere dedicación, tiempo y constancia.

Ya sea de modo autodidacta, acompañado por un mentor/coach o a través de cursos y retiros, el camino hacia la conquista interior ha de transitarse debidamente. Yo llevo en esta expedición más de la mitad de mi vida, y siento que aún me quedan lugares mentales sin explorar y una vida entera por delante.

En mi experiencia propia y en la de los líderes y managers que ya he acompañado a conocerse un poco mejor, el autoliderazgo es una capacidad necesaria para liderar con autenticidad.

 

Si quieres ser un líder efectivo, primero sé líder de tu propia vida.

 

Cristina Jardón es Experta en Inteligencia Emocional aplicada a las Organizaciones y Bienestar Corporativo. Dirige el programa Certificación en Bienestar Organizacional de Sagadoy Business & Law School. Puedes conocer más sobre su trabajo en www.cristinajardon.com

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