Agosto sigue siendo el mes de las vacaciones, por excelencia, en España.

Hace años era muy habitual encontrarse el cartel de “cerrado por vacaciones del 1 al 31 de agosto”, incluso en las tiendas de los pueblos. Ahora ya no es así. Pero las dos primeras semanas de agosto siguen respetando la tradición.  Así que, si hoy comienzas tus vacaciones -o en ello estás-, vengo a recordarte algo.

Desde enero habrás trabajado por media unas 850 horas (¡quizás más!), y no siempre en las mejores condiciones. Es muy posible que hayas tenido momentos de estrés, de frustración o de cansancio. Más de una conversación difícil, reuniones tensas y hasta algún conflicto.

Necesitas las vacaciones porque tu cerebro, al igual que una batería, necesita recargarse. Las tareas diarias y el estrés constante pueden agotan tus reservas físicas y mentales. Además, el exceso de trabajo sostenido tiene un impacto negativo tu nuestra salud física, haciendo que aumentes el riesgo de enfermedades cardiovasculares, problemas digestivos y trastornos del sueño, entre otros. Tomar vacaciones te permite desconectar, tomar distancia de lo cotidiano y volver con una mente fresca y clara, lista para afrontar los nuevos retos con creatividad y enfoque renovado.

Diversos estudios han demostrado que los empleados que toman vacaciones de la manera que yo te voy a contar son más productivos. El descanso y la desconexión permiten volver al trabajo con una mayor motivación y capacidad de concentración. Las ideas frescas y la mente descansada se traducen en una mayor eficiencia, mayor motivación, mayor concentración y creatividad en el trabajo.

Y aún hay más de las vacaciones. Tomar tiempo para uno mismo y para disfrutar con la familia y amigos fortalece las relaciones personales, lo cual es fundamental para nuestro bienestar emocional.

Volver al trabajo después de unas vacaciones “como Dios manda”, va a hacer que estés de mejor humor y más dispuesto a colaborar, lo que mejora el ambiente laboral y las relaciones con los colegas.

Así que…, sí, las vacaciones son el break que necesitas. Y no solo para descansar. A veces las vacaciones nos permiten el tiempo y el espacio para reflexionar, para idear proyectos nuevos, incluso, para tomar decisiones importantes.

 Te comparto cómo pasar unas vacaciones en 4D y volver con la batería al 120%.

  1. Desconecta. Ésta es para mí la primera y, fundamental, de las condiciones de unas buenas vacaciones para poder resetear la mente y que todos los sistemas (nervioso, metabólico, de logro…) vuelvan a su equilibrio.  Desconéctate de ordenador, de móvil, de trabajo (ni siquiera revisar correo por si llegó algo urgente) y ¡de redes sociales! Sumérgete en la naturaleza para reforzar tu salud. Comprométete con tu détox mental: un paseo en soledad sin auriculares, contemplar una puesta de sol, reducir las horas de tecnología, … Silencia tu mente.

Recomendación para los managers: deja que tu equipo desconecte de verdad. Nada de mensajes de tipo “No es urgente, míralo cuando puedas”. Nada de llamadas. El simple hecho de ver un correo del jefe estando en vacaciones, conlleva una serie de emociones perjudiciales en quien lo recibe. Así que, si quieres evitar que te odien, controla tu impulso de querer adelantar trabajo para otros.

Y de paso, desconecta tú también.

  1. Descansa. Algunas personas hacen tanto en vacaciones, que necesitan vacaciones de las vacaciones. ¿Estrés en vacaciones? Pues sí.

Te animo a que te tomes este parón del verano como tiempo de recarga. Trata de dormir más. ¿Qué tal las 7-8 horas que necesita tu cuerpo?

Haz menos planes, déjate días para lo que pueda surgir, así te trabajarás la flexibilidad mental. Sáltate horarios, … Y si vas a ocupar tus vacaciones con el viaje de tu vida, con madrugones, visitas, horarios, vuelos, etc..; al menos déjate unos días de NO HACER NADA productivo. Tu cuerpo y tu mente necesitan descanso.

Además, ocurre que, cuando realmente dejamos de hacer algo productivo, aparece la creatividad.

En mi libro “Oh, Mindful Day. 30 hábitos para vivir en armonía” le dedico uno de los hábitos al maravilloso arte de no hacer nada, con justificación médica de sus beneficios.

  1. Desintoxica tu cuerpo. En períodos de trabajo intenso no siempre se come bien. Al contrario: tiramos de comida basura y de bebidas que nos dan un boost de azúcar para seguir a tope.

Es momento del détox y de la puesta a punto del cuerpo. Come bien, hidrátate a menudo y muévete. Son 3 de los 4 factores que mantienen nuestro cerebro sano y longevo. Abusa de frutas y ensaladas. Quizás puedas hacerte una limpieza de hígado y reforzar tu microbiota (pregunta en tu farmacia y herbolario). O, a tu vuelta.

Y sal a correr…. ¡o no! A mí no me gusta, y ya puedo tener la playa desierta para mí que no voy a correr. Sin embargo, en verano fortalezco mi práctica de yoga y me doy buenas caminatas. La cosa es moverse, así que practica el ejercicio físico que más vaya contigo.

Lo que le pasa a tu cuerpo impacta en tu mente (y viceversa).

  1. Y ¡Disfruta! Sí, lo sé. El verano puede llegar a ser muy estresante: los planes, coger hueco en la playa, la familia… No te lo creerás, pero en septiembre aumentan las consultas de psicología porque un gran porcentaje de personas vuelve quemadísimo de las vacaciones.

Trata de hacer cosas que te gustan. Incluso si veraneas en familia, trata de dedicarte un tiempito a ti y a lo que te nutre individualmente. Esto también aporta bienestar.

Por otro lado, ten en cuenta que en período de vacaciones hay mayor convivencia, y las relaciones humanas no siempre son fáciles de abordar. Practica la escucha amable, fortalece tu regulación emocional para no saltar a la mínima y dale al humor. Es una de las mejores terapias contra el estrés. Unas vacaciones sin disfrute no son vacaciones.

Las vacaciones no son un lujo, sino una necesidad fundamental para mantener nuestra salud física y mental, nuestra productividad y nuestra creatividad. Son una inyección de bienestar vital en mitad del año que deberíamos aprovechar al máximo.