Cuanto más indago sobre la sostenibilidad más relación le veo con el bienestar. Y cuanto más profundizo sobre el bienestar, más me convenzo de que es una de las claves de la sostenibilidad. Cuidar del empleado forma parte del desarrollo sostenible de una organización, pero también del planeta.

Sostenibilidad y bienestar. Dos conceptos. Dos intenciones. Dos estrategias del presente de las organizaciones para construir un desarrollo económico más humano.

Sostenibilidad y ODS

La sostenibilidad va ganando protagonismo en los últimos años en el contexto laboral, no solo como una cuestión medioambiental, sino también como un pilar fundamental en la estrategia de muchas organizaciones. La sostenibilidad en el trabajo se refiere a prácticas que aseguran que una empresa sea rentable a la vez que también minimice su impacto ambiental, cuide de su plantilla y promueva un crecimiento a largo plazo que beneficie a todos los implicados. La sostenibilidad da un paso más allá de la RSC, poniendo el foco también en la cuenta de resultados. Significa crear valor a largo plazo gestionando eficazmente los recursos y colaborando en el desarrollo equilibrado a todos los niveles.

El concepto de sostenibilidad no es nuevo. Fue el Informe «Nuestro futuro común», publicado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU en 1987 el que introdujo formalmente el término de desarrollo sostenible, definiéndolo como el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. Y aunque inicialmente el foco era ambiental, esta definición sentó las bases para que la sostenibilidad se expandiera al ámbito corporativo como se conoce hoy.

Sin embargo, la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados por la ONU en 2015 ha sido lo que ha dado más impulso a la sostenibilidad corporativa. Esta iniciativa con sus 17 Objetivos y sus 169 metas que abarcan las esferas económica, social y ambiental, pide a los países movilizar los medios necesarios para la implementación de los ODS en sus programas de desarrollo mundiales durante los siguientes 15 años.

Dentro de este marco, la sostenibilidad en las organizaciones está ligada a varios ODS, como el ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico), que promueve un crecimiento económico inclusivo, y el ODS 12 (Producción y consumo responsables), enfocado en una gestión sostenible de los recursos naturales.

Sostenibilidad y bienestar: ODS3

Supongo que sobre sostenibilidad se podrían escribir libros enteros y, desde luego, no soy la persona idónea para hacerlo. Sin embargo, quiero centrarme en su relación con el bienestar.

La Agenda 2030 propone como Objetivo de Desarrollo Sostenible 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.

Ese objetivo, en sí mismo, ya habla del bienestar. Por tanto, las empresas que adoptan una estrategia basada en la sostenibilidad no solo protegen el medioambiente, sino que también crean entornos laborales más saludables, siguiendo el ODS 3. La sostenibilidad en el trabajo tiene un impacto directo en el bienestar de los empleados, desde mejorar las condiciones de trabajo hasta fomentar una cultura organizacional basada en el respeto, la diversidad y el desarrollo personal.

A su vez, la puesta en marcha de programas de bienestar está favoreciendo el desarrollo del ODS 3. La promoción de la salud y el bienestar es la clave del objetivo. Según una encuesta de Deloitte, las organizaciones que promueven un entorno laboral sostenible y saludable reportaron un 23% menos de rotación de personal y un 22% de mayor satisfacción laboral.

Ideas sostenibles en el trabajo con impacto en el bienestar

Echando un vistazo a la Agenda 2023 y a los ODS uno puede hacerse a la idea de la cantidad de iniciativas que se pueden poner en marcha para lograr los cientos de metas de cada objetivo.

Creo que muchas organizaciones ya están haciendo actuaciones de sostenibilidad, quizás sin saberlo. Y, al igual que ocurre con el bienestar -cada vez menos-, muchas de esas acciones son aisladas, sin un hilo conductor y sin un plan. Tal vez la sostenibilidad requiera una reflexión aún más elevada que el bienestar, y una planificación aún más fina para ver el efecto a más largo plazo.

Sin embargo, hay ciertas acciones dentro del paraguas sostenibilidad que ya se llevan a cabo y que están generando un impacto positivo en el bienestar de los empleados.

Por ejemplo, incentivar el uso de transporte público, bicicletas o vehículos eléctricos, claramente es una meta sostenible ya que contribuye a la reducción de emisiones de CO2. A la vez, el uso de bicicletas o fomentar ir caminando (en la medida de lo posible) al trabajo, mejora el bienestar físico de los empleados. En transporte público se evita el estrés del tráfico y, a nivel de valores, el empleado está contribuyendo al respeto al planeta.

Otro ejemplo. Al favorecer el trabajo flexible e invitar al teletrabajo, se reduce la huella de carbono asociada con los desplazamientos diarios. Pero también, el trabajo en remoto ofrece una mayor flexibilidad en la rutina laboral y en la conciliación vida personal-profesional. Esto redunda en mayor bienestar. De hecho, el teletrabajo es uno de los factores que más se valoran hoy para optar a un puesto de trabajo.

Vamos con otro ejemplo. La incorporación de alimentos saludables, ecológicos y sostenibles en los comedores, eventos y máquinas favorece la salud física (y también mental) de los empleados. Además, promueve una cultura de salud y genera un mayor compromiso de respeto hacia el medioambiente.

Y un último ejemplo. Contar con iniciativas de diversidad e inclusión siguiendo el ODS 8 asegura que cualquier empleado se sienta seguro y respetado en su puesto de trabajo. Esto tiene relación con su nivel de motivación, su engagement, con la reducción del absentismo y, por supuesto, con su bienestar.

Siento que vamos dando pasos de gigante hacia la construcción de entornos y condiciones más humanas y respetuosas con las personas que forman las organizaciones. Y no existe un único camino ni modelo para hacerlo bien. Aunque todos ellos deberían partir de la misma intención del cuidado a la persona como prioridad.