“¿Te has dado cuenta de que estamos a escasas 8 semanas de Navidad? En unas semanas cerramos el año y ni te cuento cómo estamos en la oficina”.

Tema de conversación en un café el otro día.

Pues es verdad, estamos, con toda probabilidad, en las semanas más críticas en cuestión de trabajo. El cierre del año no es cosa fácil, ni por los tiempos que corren, ni por las decisiones que hay que tomar, ni por los números que hay que cumplir, ni por las tareas que nos quedan por hacer, ni por la fatiga con la llegamos todos a diciembre. Si durante el año vamos con prisa, las últimas semanas del año vivimos en una maratón, con la lengua fuera.

Además, todo lo que nos rodea nos invita a la inmersión forzosa en esta prisa. Hace un mes que en los supermercados ya se pueden comprar los turrones y los polvorones. Y todos sabemos que, tras el Día de todos los Santos (ya más Halloween que otra cosa), en unas semanas más, el Puente de Diciembre. Y que, para esas fechas, la cosa se pone aún más cuesta arriba en cuanto a objetivos, mientras que en la mente de muchos empleados están las comidas de empresa y las fiestas navideñas.

Foco y atención

No es sencillo mantener el foco y la productividad cuando todo alrededor se mueve con tanta prisa y hay tantos estímulos (y de tal intensidad). Y es, por esta razón, que saber mantener la atención es de gran ayuda.

Como ya me habrás leído en alguna ocasión, la atención se entrena. Y la concentración también. Son habilidades. Y la herramienta estrella para ello es mindfulness. No solo favorece mayor claridad mental, sino que entrena tu atención y favorece que puedas estar con mayor concentración cuando la tarea lo requiere. Y ahora se requiere.

Con una práctica regular de mindfulness conseguirás evitar llegar al fin del año con sobrecarga mental o estrés.

Mantén tu centro

Aunque la práctica de mindfulness es solo una de las actuaciones que puedes llevar a cabo para cuidarte. El autocuidado es, para mí, un indispensable si hablamos de bienestar en el trabajo. A veces las condiciones en el trabajo ayudan al bienestar, pero cuando se acerca el fin del año, lo normal es que el ritmo se acelere y las condiciones pueden dejar de ser tan favorables. Hay mayor presión y mayor urgencia. Razón de más para que puedas desarrollar mayor autocuidado y mantengas tu centro.

Mantener tu centro significa que, pese a las circunstancias adversas, puedas gozar de bienestar, principalmente psicológico. Que las circunstancias no te arrastren. Y esto implica dos competencias muy bien entrenadas: por un lado autoconsciencia emocional y autoconocimiento; y por otro, una correcta gestión emocional.

Estas dos competencias son clave para el éxito profesional y el bienestar en el trabajo. No solo ayudan a mejorar el autoliderazgo y el rendimiento, sino que también impactan de forma positiva en la dinámica de equipo, en la toma de decisiones y en la forma en que se gestionan las situaciones de estrés y conflicto.

Autoconsciencia emocional en el trabajo

La autoconsciencia emocional es la capacidad de observar, percibir, reconocer y comprender las propias emociones, así como su impacto en los pensamientos, en el comportamiento, las decisiones y las relaciones con los demás. Es la competencia base en la que se fundamenta toda la inteligencia emocional de una persona. Esto significa que, si queremos desarrollar buena empatía o un mejor liderazgo, tenemos que comenzar por cultivar una mayor toma de consciencia emocional.

En el entorno laboral, esta habilidad te permite:

  1. Parar y darte cuenta de cómo te sientes. Es, sin duda, el primer paso para no entrar en un bucle perjudicial del malestar psicológico. El ritmo frenético nos lleva con facilidad al piloto automático y, desde ahí, es casi imposible que puedas mantenerte en tu centro o en bienestar cuando las condiciones externas son complejas.
  2. Identificar tus propias emociones en situaciones de presión. Reconocer cuándo estás experimentando estrés, frustración o ansiedad es fundamental para evitar que esas emociones se acumulen y te afecten de manera negativa al desempeño, a tus relaciones en el trabajo y a tu salud.
  3. Comprender el impacto emocional en la toma de decisiones. Cuando eres consciente de cómo tus emociones pueden influir en tus decisiones, estás en una mejor posición para evitar decisiones impulsivas o basadas en reacciones emocionales. Esto te permite una toma de decisiones más objetiva y racional.
  4. Mejorar la empatía y la comunicación. Ser consciente de tus propias emociones facilita la empatía, puesto que, al reconocer las propias emociones, puedes reconocer y también validar las emociones en los demás. Ello favorece la comunicación y el trabajo en equipo se hace más humano.

Conocer para gestionar con maestría

La autoconsciencia nos proporciona mayor autoconocimiento de nuestros procesos internos. Miles de sensaciones, pensamientos, emociones, … pasan por nuestra mente a diario. En su mayoría -según cuentan los neurocientíficos- de tipo negativo. Por tanto, abrirnos a percibir y conocer ese mundo interior es el primer paso para conocernos más y poder regularlo. Es por esto por lo que, en los entrenamientos sobre inteligencia emocional, le dedico buena parte del training a tomar consciencia.

La pregunta “de qué te has dado cuenta” es habitual en mis formaciones para desarrollar esta capacidad de darse cuenta tras las prácticas. No podemos gestionar aquello de lo que no somos conscientes.

La gestión emocional es la capacidad que nos permite regular las emociones y poder comunicarnos con ellas. Gracias a una buena gestión emocional somos capaces de expresar las emociones de manera adecuada y manejar las propias emociones, los pensamientos y los comportamientos de manera efectiva, así como poder interactuar con las emociones de los demás de una forma equilibrada y constructiva.

La regulación emocional, como habilidad de la gestión emocional, nos permite moderar la expresión de las emociones y dar las respuestas adecuadas a las situaciones que vivimos, en especial en situaciones difíciles o de alta presión, como por ejemplo en el acelerón de fin de año.

Una buena gestión emocional nos permite poder seguir disfrutando de bienestar a pesar del momento adverso que podemos estar experimentando con la llegada del cierre del año.

En el trabajo, esta competencia te permite:

  1. Controlar tus reacciones impulsivas, especialmente con emociones inapropiadas en un momento determinado, como el enfado o la frustración en una reunión o durante una conversación difícil con un colega o cliente.
  2. Aumentar tu resiliencia, cuando eres capaz de acoger tus emociones en momentos de dificultad y buscar el aprendizaje de cada situación compleja o fracaso. La resiliencia es clave para mantenerse motivado y con el foco en los objetivos cuando las cosas van mal y no desesperar.
  3. Fomentar un ambiente laboral positivo. Puesto que las emociones se contagian, saber regular bien tus emociones y potenciar tus emociones positivas contribuye a mantener un ambiente de trabajo positivo, lo que favorece la satisfacción laboral y la cohesión con tu equipo.
  1. Saber comunicar tus emociones de manera asertiva. Una adecuada gestión emocional te permite expresar cómo te sientes con el lenguaje adecuado y de la manera adecuada, en calma y con autocontrol.
  2. Proporcionarte aquello que necesitas. Porque quizás machacarte en el gym no sea lo tuyo para soltar la tensión del trabajo. A lo mejor te ayuda más un café con un amigo, o un paseo en la playa. Saber gestionarte, parte de tu conocimiento y de saber qué necesita tu mente en cada momento.

La inteligencia emocional es, sí o sí, la capacidad a poner en práctica a pleno rendimiento en el cierre del año. La presión aumenta, aparece (o se intensifica) el estrés, los tiempos se acortan, y el cansancio aumenta. Pero también puede aparecer mayor insatisfacción por el trabajo o pérdida de la motivación.

Sin darnos cuenta desatendemos nuestro autocuidado, en el momento en el que más lo necesitamos. Este autocuidado debe incluir al cuerpo (mantener un descanso reparador, alimentarse bien, hacer ejercicio), y también el cuidado de la mente si queremos gozar de bienestar mientras trabajamos y llegar al fin del año con salud.

Te invito a que te tomes en serio ponerle más foco a tu contenido mental, a tus emociones, sentimientos, comportamientos, actitud… Permítete parar para darte cuenta de cómo estas, ponle nombre a eso que sientes, sé más consciente de tus procesos internos, y gestiónate de manera adecuada (o pide ayuda). Recuerda que tus emociones van contigo, y, en este último empujón del año, pueden ser tus aliadas.