Septiembre. Momento de plantearme ejercicio y dieta. Es un reto.

Este pensamiento a últimos de agosto mientras me tomo el que probablemente sea mi último heladito me lleva a pensar en el cuerpo, al que durante varios siglos, en la antigüedad, se le rindió gran culto.

Los más sabios decían que el desarrollo de un cuerpo sano y fortalecido conllevaba una mente y un espíritu también desarrollados: la salud mental se encuentra en los cuerpos sanos (mens sana in corpore sano).

Y en la Grecia Clásica la práctica del deporte se desarrolló como en ninguna otra civilización de la época. Tal vez fueron los primeros que allá por el siglo I-II d.C hablaban de la tridimensión cuerpo-mente-alma (espíritu) del ser humano.

Este culto al cuerpo, también por otras cuestiones sigue vigente hoy. Y está fenomenal. Todos sabemos –y la mayoría hemos podido experimentarlo incluso-, el bienestar que proporción hacer deporte. Cuestión de endorfinas y de autoestima.

Efecto de lo mental y lo emocional sobre lo físico

En los últimos años he investigado sobre el efecto de lo mental y lo emocional sobre lo físico. Cómo lo que pensamos y sentimos influye en nuestro cuerpo, para bien y para mal. Cómo cuando pensamos y nos sentimos bien y estamos relajados nuestra cara lo muestra, nuestra mirada, nuestro brillo, nuestra piel, la respiración abdominal, …; estamos saludables en general. Y cómo cuando nuestro pensamiento es gris y las emociones que nos invaden no son muy agradables el cuerpo manifiesta dolencias, o al menos, no funciona lo correctamente que debería. He podido comprobarlo incluso en mi propio cuerpo: cómo ante un gran disgusto el cuerpo somatizó provocando un cúmulo, fruto de un bloqueo emocional.

Las emociones tienen un reflejo rápido en el cuerpo físico. Por ejemplo, ¿te has fijado qué le pasa a tu cuerpo cuando sientes miedo? Seguramente hayas notado cosas como dolor de estómago, sudoración, respiración clavicular y entrecortada, etc. ¿Y cuándo sientes ira? ¿Eres capaz de notar la reacción en las vísceras?

(En el libro Curación Emocional, David Servan-Schreiber habla de esta relación emociones-cuerpo).

 

Si nos vamos a un análisis celular de la influencia de pensamientos y emociones en el cuerpo lo que podemos encontrar nos puede sorprender, y por ello aparecen avances en tratamientos de enfermedades como el cáncer con terapias integrativas que aúnan tratamiento farmacológico con tratamiento mental y emocional.

Es decir, ¿cuánto no habrá de emocional y de mental en las enfermedades más graves conocidas hoy? ¿Cuánto peso tiene el aspecto mental y emocional en la situación actual de tu estado físico?

 

Observación, corpore sano in mens sana.

Para un momento y obsérvate. Tu cuerpo. Tus posibles dolencias. Tu postura. Tu piel, tu respiración,… Observa qué tipo de emociones predominan en tu vida. Observa también qué tipo de pensamientos. Qué te dices cada día sobre ti, sobre el mundo, sobre tu cuerpo, sobre tu salud, sobre tu situación laboral,… Y mira de qué manera puedes mejorar todo esto.

Seguramente un hábito positivo en tu manera de afrontar el día desde lo mental y lo emocional te lleve a sentirte mejor y esto a una mayor motivación por cuidarte más, por comer mejor y más sano, por hacer deporte o salir y respirar aire puro, con compartir con amigos… Y todo esto beneficiará sin duda a tu cuerpo.

Y todo en conjunto, cuerpo-mente-emociones, porque es absolutamente indivisible, estará más equilibrado. Disfrutarás más de quién eres y de lo que te rodea. Lo que creo es que la salud física (que no únicamente el estar delgad@) es fruto de mentes y emociones en equilibrio.

 

Así que, terminaré mi helado tranquila, relajada y disfrutando con los 5 sentidos. Sin pensar en cuantas calorías tiene. Aquí y ahora elijo «helado», momento mindfulness, lee mindfulness en lo cotidiano. Helado y yo. Y en el momento en que me comprometa a hacer un plan de ejercicio físico, será porque mis pensamientos y mis emociones  lo acompañen.

Recuerda: corpore sano in mens sana.