Empecemos con un juego. Venga, con sinceridad: ¿te has puesto enfermo en las vacaciones? ¿Un catarro? ¿Lumbalgia? ¿Dolores de cabeza? A lo mejor crees que la razón de tu mal ha sido veranear con tu suegra, pero no… es tu estrés tóxico. Todo el año con la tensión y tu sistema nerviosos a pleno rendimiento que, cuando te relajas un poco el sistema inmunológico decae.

Vamos con otra pregunta: ¿has tenido discusiones por demás en las vacaciones… con el hijo, la pareja, el perro? No, son los demás… es tu estrés tóxico. Estabas a tal nivel de cortisol que cualquier tema puede hacer saltar la chispa. Tu estrés te ha hecho estar más reactivo.

Y, ¿ la ha liado en las vacaciones? ¿Con el de la sombrilla de al lado? ¿En la fila de espera de la paella? ¿En la entrada al evento? No, no es la mala educación de la gente o la mala organización… es tu estrés tóxico.

No solo has podido estar más reactivo, sino que seguramente has estado más proclive al juicio fácil, con lo que los enfrentamientos están servidos. Tu juicio se junta con el juicio del de la sombrilla y …ya está el lío.

Sin darte cuenta, te has llevado a tu estrés tóxico de viaje. Y aunque no has pagado habitación para él, te persigue como una sombra.

El estrés es como ese amigo molesto que siempre se presenta sin ser invitado.

Cuando te encuentras en una situación percibida como amenazante (como una montaña de correos electrónicos no leídos), tu amígdala, esa pequeña región en tu cerebro, despierta y grita «¡Alerta, alerta!». Esto desencadena una reacción en cadena que incluye la liberación de adrenalina y cortisol, esos «luchadores» químicos que te ponen en modo supervivencia. Tus pupilas se dilatan, tu corazón late más rápido y te preparas para huir o enfrentar la situación.

La ansiedad constante no solo arruina tu estado de ánimo, sino que también afecta tu sistema inmunológico y aumenta las posibilidades de desarrollar problemas de salud mental. ¡Vamos, no queremos que nuestras neuronas sean las próximas víctimas de un thriller psicológico!

 

Todo más rápido

Al igual que tú, somos muchos los que pensamos que el tiempo va muy rápido. Incluso equipos de científicos están investigando esto porque, no solo es una sensación común que tenemos, sino que la Tierra gira más rápido cada vez y se cree pueda tener cierto efecto.

Y, como todo va más rápido, lo que antes te daba tiempo a hacer, ahora no. Cunde menos. Y le sumamos la cantidad de tareas acumuladas, los proyectos, las funciones nuevas, las llamadas, las convocatorias a reuniones importantes y las absurdas -éstas estresan muchísimo-, los cambios de rumbo en el equipo… En fin, que uno llega a las vacaciones con intoxicado de cortisol (la hormona del estrés).

Y como no le prestamos demasiada atención, un alto porcentaje de personas se llevan a su colega, el estrés, de vacaciones. Imagínate la vuelta… más cumulo. Suma y sigue.

 

Conocer ayuda a tomar decisiones

Déjame compartirte algunas perlas de sabiduría basadas en datos recientes. Según un estudio de WorkStress Institute, el 78% de los trabajadores en el mundo sienten que el estrés ha aumentado en los últimos años. ¡Eso es casi el equivalente a todos los memes de gatos en Internet! Además, investigadores de la BrainStrain University escubrieron que el 65% de los empleados citan el trabajo como la principal fuente de estrés en sus vidas. Eso es más personas de las que probablemente puedas encontrar en una sala llena de patatas en una feria agrícola.

 

Haz un cambio en el trabajo

Las vacaciones de verano ya han pasado y si has vivido con estrés, ahí queda para que aprendas la lección. Pero aun podemos hacer un cambio y mantener el estrés bajo control en el trabajo, ahora que enfrentas el último trimestre del año.

Además, la investigación muestra que el estrés laboral puede filtrarse en la vida personal, convirtiéndose en el tercer miembro incómodo en tus cenas familiares. Con lo que nos interesa mantenerlo a raya por partida doble.

¿Qué te puede ayudar a combatir el estrés tóxico?

Sabes que me gusta dar algunas pistas. Para ello me baso en mi propia experiencia o en el acompañamiento que hago con líderes para el logro de su bienestar.

  1. Mindfulness en la oficina. “Qué pesadita con el mindfulness…”, pensarás. Pero es que veo tantas experiencias de éxito que no puedo dejar de recomendarlo. Practicar técnicas de atención plena en la rutina diaria significa darle un abrazo reconfortante a tu cerebro estresado. La meditación y la respiración consciente reducen la actividad de la amígdala (reactividad e impulsividad) y aumenta la corteza prefrontal, la región responsable del pensamiento racional.
  1. Permítete descansar. Atrévete a romper la cadena de trabajo ininterrumpido! Los descansos regulares no son solo para tomar café; son para reabastecer tus recursos mentales y evitar el agotamiento.
  2. Flexibilidad laboral. El siglo XXI clama por una nueva forma de trabajar. La flexibilidad en horarios y lugares no solo aumenta la satisfacción laboral, sino que también disminuye la presión.
  3. Apoya a tu equipo. Fomentar un ambiente donde los empleados se apoyen mutuamente, compartan sus desafíos y celebren los éxitos, puede transformar el lugar de trabajo en un refugio emocional.

 

El estrés no es solo una nube oscura sobre nuestras cabezas, sino una respuesta biológica legítima. Pero no estamos condenados a ser marionetas del estrés. Al adoptar enfoques inteligentes y disruptivos para el bienestar en el trabajo, podemos cambiar la narrativa y liberarnos del ciclo vicioso.

Pero esto ya lo sabes por los “chorrocientos” cursos anti-estrés que has recibido. ¿Momento de pasar a la acción?

Cristina Jardón es Experta en Inteligencia Emocional aplicada a las Organizaciones y Bienestar Corporativo. Dirige el programa Certificación en Bienestar Organizacional de Sagardoy Business & Law School. Puedes conocer más sobre su trabajo en www.cristinajardon.com