La Inteligencia Emocional en la Infancia, la trato en mis talleres sobre Inteligencia Emocional para familias y profesorado de niñ@s en edad infantil, dónde hay una ferviente demanda por conocer recetas para educar correctamente en Inteligencia Emocional. Algunos trucos, ejercicios, dinámicas…, lo que sea para enseñar a los pequeños inteligencia emocional ya que, según dicen, “son una explosión de emociones difíciles de controlar”.

Es verdad. Yo tengo un hijo comprendido en esas edades, y sí, sus emociones son muy intensas. Doy fe. Son naturales, diría. Espontáneas. Sin capas o adornos para caer bien. Sin preocupaciones de cuál es la palabra correcta en ese momento. Ojala pudiéramos los adultos ser tan transparentes. Es quizás en el modo en el que tales emociones se expresan donde los educadores necesitamos más consejo.

En este post me voy a atrever a dar la receta milagrosa.

 

El ser humano nace mental y emocional. También físico –esto es obvio porque lo vemos – y espiritual. Son sus cuatro dimensiones indisolubles. Y añadiría una quinta: la social.

Las emociones son innatas. Son las respuestas que damos a ciertos los estímulos psicofisiológicas e impulsos y son, por tanto, espontáneas. Los animales también las tienen. Al menos 6, las más básicas: alegría, amor, miedo, orgullo, rabia y tristeza . Es la gestión de las emociones lo que nos lleva años aprender. A veces una vida entera.

La Inteligencia Emocional es, por tanto, la capacidad de cada uno a racionalizar, a poner nombre y poder hablar sobre esas emociones y llegar a su manejo o gestión –que no control- para poder llevar una vida equilibrada y armónica en términos de felicidad, donde tiene mucho que ver la adaptación al medio que nos rodea, tanto físico como de relaciones con nosotros, con los demás y con las circunstancias varias de nuestra vida.

 

¿Y por qué gestión frente a control emocional?

Porque para mí el control impide la expresión. Y toda emoción ha de expresarse, por propia salud física y mental, como apuntaba en mi post CORPORE SANO IN MENS SANA. Incluso la manera de expresión de cada una de ellas también influye en nuestra salud.

Quien quiera que inventara al ser humano con emociones,  lo hizo con un fin. Quiero decir: las emociones están ahí por una función adaptativa del ser con su entorno, y también por una función comunicativa. Cuando nos emocionamos y dejamos que la emoción fluya libremente nos estamos comunicando, con nosotros y con los demás. Si además a esta expresión le unimos nuestras palabras y podemos expresar cómo nos sentimos, por qué, qué nos hizo llegar a eso, en qué situación estoy …; estamos entrando en terrenos de la Inteligencia Emocional. Y si además, todo lo anterior lo hacemos desde la calma, desde la aceptación, el perdón, el entendimiento, con un lenguaje correcto, etc…, entonces, estamos teniendo una buena Inteligencia Emocional. Así en términos generales.

 

Inteligencia Emocional en la infancia, decíamos…

Bien. ¿Cómo aprende un niñ@ en la primera infancia? Pregunta que lanzo a los educadores en los primeros minutos de taller.

“De lo que ve”-dice un papá al fondo tímidamente. ¡Bingo!

Por modelamiento. Por observación, imitación, modelaje… Porque en la primera infancia aún no tienen desarrollada la capacidad de pensar (que va después de la capacidad de movimiento y de la capacidad de sentir). Los niños en la edad temprana aprenden de lo que ven y de lo que van experimentando. Por tanto, ¿cómo aprenderán los mismos niños a expresar sus emociones en la primera infancia? De lo que vean en sus educadores, escuela y familia, de las emociones que reciban de lo que les rodea y de lo que experimenten que sucede cuando expresen libremente lo que sienten.

Y ahora sí, la receta que prometí al inicio del post. Lo mejor que podemos hacer como educadores, -ya seas mamá, papá o profe- para favorecer la inteligencia emocional de los más pequeños es echar un ojo a nuestra propia inteligencia emocional y trabajar sobre ella. Conociendo, reconociendo y acogiendo nuestras emociones, al menos las más básicas. Poniéndole pensamientos y palabras a eso que te pasa cuando sientes, o poniéndole sentimientos a eso que sucede cuando piensas. Dándote cuenta de cómo interactúa tu cuerpo con tus emociones y con tus pensamientos. Y gestionando, con aceptación, todas y cada una de ellas. Porque son igual de importantes el amor como la rabia. Ambas están para decirnos algo. Y porque todas forman parte de talgo más grande llamado YO.

Trabajo individual

Es desde este trabajo individual e interno que vas a poder ayudar con tu propio modelo: cómo te tomas las cosas, cómo vives y expresas el amor, cómo expresas la rabia, cómo te enfrentas al miedo, cuánto ocupa la alegría en tu vida…Cómo te levantas cada día y cómo te enfrentas a tus propias frustraciones. Y tu hij@ o alumna@ estará ahí viendo cómo tú lo haces para hacerlo igual. Porque para él/ella tú eres lo más importante. Sin duda. Lo que se sustenta su vida.

Os recomiendo un vistazo a este vídeo: los niños hacen lo que ven

También puedes encontrar aquí, como puedo ayudarte a educar la Inteligencia Emocional en la Infancia.