No me negarás que la desconexión digital parece “Misión Imposible”. Desde el momento en que nos despertamos hasta que nos acostamos, estamos expuestos a una gran cantidad de estímulos digitales.
También, en el trabajo, las nuevas tecnologías forman parte de nuestro día a día, nos facilitan tareas, nos permiten estar conectados en todo momento con compañeros en otras partes del mundo,… Y todo esto, ha favorecido una cultura en la que dispongamos de casi todo a golpe de click y que debamos estar disponibles (y esperamos que los demás lo estén también) casi a cada momento.
Esta necesidad de estar continuamente conectados tiene un impacto negativo en nuestra salud mental, ya que no estamos tomando el tiempo necesario para descansar y desconectar. Sin quererlo, estamos fundiendo nuestro cerebro.
En este artículo, quiero hablarte de la relación entre la desconexión digital y la salud mental, y los beneficios de saber descansar… también en el lugar de trabajo.
Para mí la desconexión digital se refiere a la decisión y práctica de desconectar de los dispositivos electrónicos y del contenido digital (redes sociales, ebooks, podcasts, webs, newsletters…), y tomar un tiempo para descansar y disfrutar de actividades que no estén relacionadas con la tecnología. Y hablo de decisión porque, en la mayoría de ocasiones, somos nosotros mismos quienes caemos -a veces inconscientemente- en demasiado tiempo de conexión digital.
Aunque esta decisión de desconexión parece fácil en teoría, en la práctica puede ser difícil de lograr, ya que la cultura del trabajo siempre disponible nos ha llevado a sentir que, si no estamos constantemente conectados y trabajando, estamos perdiendo el tiempo.
En una mesa de intercambio de experiencias en materia de Bienestar, hace unas semanas conversábamos la manera para cambiar esta “regla no escrita” en las Organizaciones. ¿Cómo promover momentos de descanso digital durante la jornada para que no se entiendan como vaguería sino como micro-pausas para reconectar? ¿Quizás un puesto de recarga de baterías de personas junto a la máquina de refrescos?
Sin embargo, sabemos que la desconexión digital es fundamental para nuestra salud mental. Estudios han demostrado que estar constantemente conectados y expuestos a información y estímulos puede sobrecargar nuestro cerebro, lo que puede afectar negativamente nuestro bienestar mental. Además, cuando estamos constantemente conectados y en modo hacer, nuestra red neuronal por defecto no se activa, y sin ella, también se inhibe el desarrollo de la creatividad, la resolución de problemas o la toma de decisiones.
El uso excesivo de dispositivos digitales puede reducir la materia gris en el cerebro, lo que puede afectar la capacidad cognitiva, concretamente a la capacidad de atención y memoria. Así si eres de los que utilizan el smartphone hasta en el cuarto de baño y últimamente te ves muy despistado y te falla la memoria… ya puedes tener la causa.
Por si esto fuera poco, un uso excesivo de la tecnología en horario cercano al descanso nocturno también influye sobre nuestro sueño, lo que a su vez puede afectar nuestra salud mental (la exposición a la luz azul de las pantallas de los dispositivos electrónicos puede interferir con la producción de melatonina, una hormona que regula el sueño).
No sé si a ti te pasa, pero a mí no se me ocurre ni una sola idea cuando mi mente está embotada, infoxicadao llena de cosas. Cuando así ha ocurrido, algo tan sencillo como dar un paseo en silencio (¡sin móvil!) me ha aportado claridad y calma. Y, a nivel físico, un chute de oxígeno a mis neuronas – que andaban fritas- para empezar a funcionar de nuevo.
Así que, saber desconectar digitalmente debería ser una de tus máximas. Descansar la mente es de inteligentes y de productivos. Y no solo por los beneficios claros para la salud física y mental a nivel individual, sino por cómo afecta al equipo la no desconexión y, por tanto, al desempeño y a la productividad.
Desconexión digital… ¿en el trabajo?
Un estudio muy interesante de la Universidad de California, Berkeley, encontró que los participantes que se desconectaron de sus dispositivos digitales durante una semana experimentaron mejoras en la atención, la memoria y la empatía. Estos hallazgos sugieren que la desconexión digital puede tener efectos beneficiosos en la estructura y la función del cerebro, con impacto real en el desempeño. Pero… ¿nos permitimos descansar de lo digital? ¿Y en el trabajo?
Piensa en tu última reunión de equipo. ¿Cuántos dispositivos había en la sala? ¿Cuántos llevabas tú? ¿Eran necesarios… o más bien… un elemento distractor?
¿Cómo te tomarías si tu responsable te invita a asistir a las reuniones solo con libreta y bolígrafo?
Y si eres manager o diriges equipos… ¿cómo se tomaría tu equipo la indicación de mobile-free?
Sé que no es fácil implantar una Cultura con limitaciones sobre lo digital porque, como dije al principio, nos facilita el día a día de nuestro trabajo. Pero, ¿y si limitamos su uso?
Tal vez el punto de partida sea establecer políticas claras y comunicarlas a todos los empleados. Esto puede incluir la definición de horarios específicos en los que se permiten las comunicaciones digitales, así como la promoción de prácticas saludables de uso de dispositivos digitales. También es importante fomentar un ambiente de trabajo en el que se valore el bienestar mental y físico de los empleados.
Otra idea para trabajar sobre la desconexión digital es mediante la promoción de actividades de bienestar en el lugar de trabajo. Esto puede incluir la organización de sesiones de meditación o yoga, la creación de espacios de relajación o la promoción de hábitos físicos saludables.
Cada vez soy más defensora de las reuniones humanas (sin máquinas de por medio), salvo lo necesario para una exposición, consultar información requerida o similar. He sido testigo de reuniones en las que había una gran desconexión humana derivada de la conexión digital que, además, no era necesaria para la finalidad de la reunión.
Como idea, podríamos preguntarnos si sería posible crear reuniones con limitaciones al uso de lo digital para crear mayor conexión humana e ideas más creativas.
Quizás, el problema sea el de siempre: que no lo pensamos…, que vamos en piloto automático y que nos enganchamos a lo digital con demasiada facilidad o, mejor… , con absoluta dependencia. Y esa es la dependencia que debemos romper, que como el enganche a cualquier droga, nos va a costar muchísimo esfuerzo pero un auténtico descanso.
Por ir concluyendo este tema, que da para mucho más, la desconexión digital no implica necesariamente dejar de usar los dispositivos digitales por completo. En lugar de ello, se trata de ser conscientes de cuándo y cómo se usan estos dispositivos. Se trata de encontrar un equilibrio entre el uso de dispositivos digitales para trabajar y para conectarse con los demás, y el uso de prácticas saludables para desconectar y descansar.
Cristina Jardón es Experta en Inteligencia Emocional aplicada a las Organizaciones y Bienestar Corporativo. Dirige el programa Certificación en Bienestar Organizacional de Sagardoy Business & Law School.
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