La vida se construye a base de experiencias. Y  no de las experiencias de otros o de lo que se lee o de lo que se estudia. No…, más bien de lo que se vivencia en primera persona.

Y todo lo que se vivencia conlleva emoción.

Dice el Dalai Lama que uno entiende el sentido de su vida cuando echa la mirada atrás y ve todo lo vivido.

En mi caso así ha sido. He sentido el para qué de mi vida echando la vista atrás y viendo mis pasos a través de las experiencias que la vida me ha puesto, para vivir y para darme cuenta de que las estaba viviendo.  Desde mi trayectoria profesional hasta los encuentros con personas determinadas, las alegrías y por supuesto los golpes certeros.

Vivir sin darse cuenta de lo que uno vive no es vivir. Es pasar el tiempo, … y sin ser consciente de que el tiempo pasa.

Creo que el grado de las experiencias que una persona vive y el sentido que le da a esas experiencias determinan la calidad de vida en términos de plenitud. Me cuesta mucho entender una vida plena de una vida sin experiencias, plana, sosa, sin altibajos, sin cosas buenas por las que agradecer y sin cosas malas de las que aprender y por las que agradecer también.

A lo largo de mis años me he encontrado con personas que han vivido experiencias fuertes, muy fuerte y límite. Personas que han logrado buscar un sentido positivo en lo vivido, por duro o durísimo que haya sido. Personas resilientes y valientes. Sus vidas son vidas de ejemplo y en todas ellas encuentro plenitud.

La vida se construye a base de experiencias y son éstas las que nos construyen como personas, construyen nuestra Inteligencia Emocional y Mental. Dan riqueza a nuestra vida. Dice Goleman –uno de los padres de la Inteligencia Emocional- que nuestras estructuras cognitivas pueden modificarse por influencia de las experiencias. Recalca la importancia de éstas en la temprana infancia para el establecimiento de redes neuronales  y posterior desarrollo mental.

Reflexiones

Y reflexionando esto me surge una  duda: ¿cómo se trabaja esto desde el ámbito educativo?  ¿Cómo se están provocando más experiencias para favorecer las conexiones neuronales  de los niños en los centros educativos?

Conozco un “cole” donde, sin saberlo, están aplicando todos estos principios. No se basan en Coaching, ni en Programación Neurolingüística, ni en las teorías sobre la Inteligencia Emocional…  Simplemente lo hacen por amor a los niños que educan, por compromiso,  y porque saben como maestros y educadores  que todo lo que el niño pueda experimentar y aprender en su primera infancia, será una fuerte raíz emocional y mental para su vida adulta.

Puedes leer más sobre cómo educar la Inteligencia emocional en la infancia, aquí.

Organizan el aprendizaje de contenidos en torno a esto.

Fomentan el descubrimiento de cada niño de su propio aprendizaje diariamente  en cosas tan sencillas como proporcionar tres colores primarios de acuarela para que cada niño descubra por si sólo qué sucede cuando mezcla. Provocan espacios (el  aula, el jardín con árboles y cuerdas para trepar, el huerto..) y materiales de juego (metal, madera, piñas, conchas, arena…) para que cada niño se encuentre con experiencias a través de los sentidos . Y cada encuentro se convierte en un descubrimiento y en una sorpresa.

Esta escuela tiene más de 30 años, y el paradigma pedagógico que la ampara más de 100, y sin embargo es la escuela HUMANA del futuro.

 

No es el curriculum académico lo que nos nutre como humanos,  sino las experiencias  que acumulamos a lo largo de nuestra vida.